La verdadera devoción a la Virgen

En la fe de la Iglesia Católica la Virgen María tiene un sitial de capital importancia, en virtud de la participación que Ella habría de tener en el misterio de la Encarnación de Dios – Hombre y el plan de Redención de Dios para la humanidad. Lastimosamente, los creyentes a veces reducimos el papel de María a la mera mediación, sin considerar la grandeza de su ser y el destacado lugar que tiene en nuestra fe.

A todos nos enseñaron que María es la Madre de Jesucristo, y por ende de Dios, al ser Cristo Dios mismo, como lo confiesa nuestro dogma. Nos enseñaron a invocarla desde niños con la conciencia de que también es nuestra Madre, y en nuestro contexto, matriarcal en vez de patriarcal como sostienen algunos, la persona de María en la práctica religiosa es clave y fundamental. Por María la Iglesia pudo evangelizar en muchos lugares; María y lo que ella representa, de algún modo prepara y dispone el camino de la fe también en términos prácticos, y eso la hace una figura muy importante en la evangelización. El hecho es que la Virgen María tiene una misión y un puesto destacados en la Historia de la Salvación y por ende, en la fe que profesamos en la Iglesia, pues estuvo asociada a la Redención desde su SÍ generoso en Nazaret, hasta su SÍ generoso en el Calvario y sigue asociada a la continua obra redentora de Cristo como Madre de Él, que es la cabeza de la Iglesia, y Madre de todos los que la conformamos.

En el ámbito de la fe la misión de la Santísima Virgen no se agota en su poder de intercesión ante Dios por cosas que creemos necesitar y para las cuales pedimos su mediación. Ella es figura y modelo de la Iglesia misma, que somos todos; signo de lo que la Iglesia está llamada a ser. Ella, en el cumplimiento de su tarea, por sus cualidades y virtudes, es la imagen de la Iglesia que está en camino a donde ella ya se encuentra, a ser lo que Ella ya es, y que debe imitarla en sus virtudes, sobre todo en la obediencia a la voluntad de Dios, la disponibilidad generosa, la humildad sincera y la pureza de intenciones y acciones. Así, la devoción real a la Santísima Virgen María no consiste en muchos elogios externos o rituales, que también; sino más bien en la clara conciencia de ser, ante Dios, como ella: dóciles, humildes, obedientes. El mejor homenaje que se le puede tributar a la Virgen no es sembrar de imágenes suyas la geografía de nuestros suelos; ni edificarle monumentales templos, o ataviar con ansia febril sus imágenes con telas de mil pliegues, o celebrar sus fiestas con rimbombantes procesiones y derroches de pedrería y orfebrería, pero sin honrarla como la Iglesia espera y como ella misma nos lo pide: «Hagan lo que mi Hijo les diga» (Cfr. Jn 2, 5), como se lee en el evangelio de san Juan.

La piedad mariana, que hace parte del tesoro de la piedad popular, ha sido una forma de fervor y de encendido amor a Dios por parte del pueblo fiel durante siglos. Es valiosa. De ella y con ella se puede hacer pastoral y evangelizar. Pero siempre existe el riesgo de quedarse en las meras formas externas del culto y no dar culto a Dios en espíritu y verdad, sino en lo meramente estético y superficial. El culto piadoso tributado a Dios, a María, debe brotar de una correcta comprensión de la devoción, de nuestra relación con Él y con Ella. No al contrario. Cuando se honra a María, sobre todo con el esfuerzo sincero de imitar sus virtudes, de obedecer a Dios, de llevar una vida cristiana esforzada, frecuentar la oración y los sacramentos, tener conciencia de comunidad en la Iglesia, ahí sí, el fruto de eso serán nuestros honores a María en el culto externo. Cuando es al revés y confundimos el amor a la Virgen con la admiración por una especie de divinidad femenina cuyo lenguaje es solo la apariencia, el color, las telas, la decoración, el ornato y el boato, entonces estamos fallando en algo fundamental: no es fe, no es devoción mariana: es gusto personal por el brillo y los destellos de lentejuelas, mostacillas y canutillos, que ciertamente la Virgen ni necesita ni quiere. Ella recibe complacida nuestros homenajes, siempre que broten de una fe sincera, madura, práctica y convencida, misma que implica una relación filial con ella, que para ser auténtica, debe darse en términos de demostrarle que la queremos porque hacemos lo que nos manda, que es escuchar a su Hijo, y no porque en bricolaje amateur, llenamos de satines y olanes de colores sus imágenes y sus representaciones. Ella acepta complacida esos homenajes si van en consonancia con una vida que se esfuerza por imitarla. Ella recibe con agrado ese tipo de ofrenda de las almas que se consagran a Ella y la toman como modelo de ser.

Lastimosamente con el paso de los siglos muchas corrientes y pensamientos han «enredado» a María en lenguajes teológicos que no le corresponden, o la han puesto en lugares que no son para ella. El Concilio Vaticano II, maravillosamente, cerró ya esa puerta para siempre en su amplia explicación del papel de la Virgen en nuestra fe: el capítulo VIII de la constitución Lumen Gentium es una catequesis diáfana sobre María en el misterio de Cristo y de la Iglesia, que todos los católicos deberíamos leer y conocer. Así evitaríamos caer en la tentación de pretender honrarla de formas que más bien la deshonran, confundiendo el verdadero culto a ella, con el culto a lo que su figura materna y femenina a algunos les inspira: la propia proyección de su gusto por el espectáculo, la moda, la decoración, el destello y la bisutería.

Que María misma inspire cada vez más en nuestros corazones un genuino amor hacia ella y nos ayude a depurar nuestra piedad mariana para que podamos honrarla como quiere y se merece: haciendo lo que su Hijo nos manda.

El año de san José: posibilidad de lucrar indulgencias

El glorioso patriarca San José

El Papa Francisco nos ha sorprendido decretando un Año Josefino, un año dedicado al glorioso Patriarca San José, que inició el 8 de diciembre de 2020 y va hasta esta misma fecha del año 2021.

El contexto es el aniversario 150 de la declaración de San José como patrono universal de la Iglesia, hecha por el beato pontífice Pío IX el 8 de diciembre de 1870, en un momento difícil para el mundo y para la Iglesia.

En la carta apostólica Patris corde (con corazón de padre) el Santo Padre expresa que la intención de este año josefino, es resaltar la figura y el papel de san José en la Iglesia y la vida de los creyentes. Escribe allí el Papa: “Mis predecesores han profundizado en el mensaje contenido en los pocos datos transmitidos por los Evangelios para destacar su papel central en la historia de la salvación: el beato Pío IX lo declaró ‘Patrono de la Iglesia Católica’, el venerable Pío XII lo presentó como ‘Patrono de los trabajadores’ y san Juan Pablo II como ‘Custodio del Redentor’. El pueblo lo invoca como ‘Patrono de la buena muerte’”.

San José, –agregó el Santo Padre- es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano. Esto lo demuestran tantas iglesias, institutos religiosos y grupos eclesiales que llevan su nombre y se inspiran en su ejemplo.

“En todos los libros de oraciones se encuentra alguna oración a san José. Invocaciones particulares que le son dirigidas todos los miércoles y especialmente durante todo el mes de marzo, tradicionalmente dedicado a él”.

En esta pandemia, dice el Papa, la figura de San José ha tomado una relevancia especial, pues –escribe el Papa- nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad”.

El Papa Francisco aseguró que el objetivo de su Carta apostólica es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución.

Las 7 cualidades de San José

En su carta, el Papa Francisco destacó 7 cualidades del papá adoptivo de Jesús, para aprender de ellas en este año de San José

1. Padre Amado
San José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano. “En todos los libros de oraciones se encuentra alguna oración a san José”.

2. Padre en la ternura.
“Enseñó Jesús a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer”.

3. Padre en la obediencia
En cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní.

4. Padre en la acogida
“José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en las palabras del ángel”.

5. Padre de la valentía creativa
“José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero ‘milagro’ con el que Dios salvó al Niño y a su madre”.

6. Padre trabajador
“San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”.

7. Padre en la sombra
“En cierto sentido, todos nos encontramos en la condición de José: sombra del único Padre celestial, que ‘hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos’ (Mt 5,45); y sombra que sigue al Hijo”.

¿Cómo es eso de ganar indulgencias?

En los últimos años, el Papa Francisco se ha mostrado particularmente generoso en la administración de los tesoros espirituales de la Iglesia. Parte fundamental de esos tesoros que corresponde al Vicario de Cristo administrar, son las indulgencias. Así que, además de alegrar a la Iglesia con un año dedicado a san José, el Papa además lo ha enriquecido con la posibilidad de lucrar la indulgencia plenaria.

¿Qué es una indulgencia?

La indulgencia plenaria se concede a los fieles que que, con el alma desprendida de cualquier pecado, participen en el Año de San José en ocasiones y con las modalidades indicadas por esta Penitenciaría Apostólica:

1. A quienes mediten al menos durante 30 minutos la oración del Padre Nuestro, o participen en un Retiro Espiritual de al menos un día que incluye una meditación sobre San José.

2. Quienes, siguiendo el ejemplo de San José, realicen una obra de misericordia corporal o espiritual, también podrán lograr el don de la indulgencia plenaria.

3. Familia de Nazaret, esposo de la Santísima Virgen María y padre legal de Jesús. Para que todas las familias cristianas se sientan estimuladas a recrear el mismo clima de comunión íntima, amor y oración que se vivió en la Sagrada Familia, se concede la indulgencia plenaria para el rezo del Santo Rosario en familia y entre los novios.

4. Puede obtener la indulgencia plenaria quien confíe su actividad diaria a la protección de san José y a todos los fieles que invocarán la intercesión del artesano de Nazaret con oraciones, para que quienes buscan trabajo encuentren empleo y el trabajo de todos sea más digno.

5. También se concede la indulgencia plenaria a los fieles que reciten las Letanías a San José, o alguna otra oración a este santo, propia de otras tradiciones litúrgicas, en favor de la Iglesia perseguida ad intra y ad extra y por el socorro de todos los cristianos que padecen toda forma de persecución.

6. Además, la Penitenciaría Apostólica concede la indulgencia plenaria a los fieles que recitarán cualquier oración o acto de piedad legítimamente aprobado en honor de San José, por ejemplo “A ti, o Beato José “, especialmente los aniversarios del 19 de marzo y 1 de mayo, en la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el domingo de San José (según la tradición bizantina), el 19 de cada mes y todos los miércoles, jornada dedicada a la memoria del Santo según la tradición latina.

7. En el actual contexto de emergencia sanitaria, el don de la indulgencia plenaria se extiende especialmente a los ancianos, los enfermos, los moribundos y todos aquellos que por motivos legítimos no pueden salir de casa, que con el alma desprendida de cualquier pecado y con la intención de cumplir, cuanto antes, las tres condiciones habituales, en su propia casa o donde el impedimento los detenga, rezarán un acto de piedad en honor a San José, consuelo de los enfermos y Patrón de una feliz muerte, ofreciendo con confianza en Dios los dolores y las incomodidades de tu vida.

Santa Lucía, virgen y mártir

Desde que vi los cursos de patrística y patrología en mis estudios teológicos, me sentí fascinado y atraído por la vida los cristianos de los primeros siglos, sobre todo porque el surgimiento y la expansión del cristianismo estuvieron profundamente marcados por la persecución y el martirio.

Dada la lejanía cronológica no siempre es fiable la información de los mártires, pero la Iglesia cuenta con todo un desarrollo histórico del tema que asegura, gracias a los datos arrojados por las actas provenientes del propio Imperio Romano, la existencia y verosimilitud de la vida y la muerte de muchos cristianos que veneramos como santos mártires por haber confesado sin temores al Señor ante los tribunales paganos, y no haber temido ni las torturas, ni los tormentos, ni la barbarie ni la muerte violenta y cruel, movidos por el amor a su fe y a la persona de Jesucristo.

Una muy sonada santa mártir y virgen de esa era, es santa Lucía. Su culto se ha expandido por el mundo y su nombre resulta familiar casi en todos los rincones de la tierra. Me interesé por santa Lucía a raíz de un suceso reciente muy particular: heredé, del santo sacerdote que fuera mi párroco en la infancia y la juventud, algunos recuerdos personales de talante religioso: unas imágenes de san José y de la Virgen y también dos reliquias: de la piel de santa Lucía, virgen y mártir, y de los huesos del beato Jeremías de Valaquia, capuchino. El haber recibido en herencia la reliquia de la piel de una santa martirizada en el año 304 sembró en mí gran curiosidad, nacida, evidentemente, en una honda y legítima duda sobre su veracidad histórica. Así que me di a la tarea de investigar, preguntándome qué tan posible era conservar reliquias del cuerpo de una virgen mártir de 1700 años de antigüedad. Su historia, como la de tantos otros mártires de los primeros siglos, ¿no será una leyenda dorada que se ha repetido con un esquema invariable en un número considerable de jovencitas que conocieron el Evangelio, consagraron su virginidad a Cristo, fueron prometidas en matrimonio a paganos, y por no querer darse a ellos fueron delatadas ante los tribunales romanos y allí ajusticiadas y finalmente asesinadas, por su negativa a ofender la pureza ya prometida a Jesucristo? Pues ese es el esquema básico también de la historia de santa Lucía.

La reliquia «Ex pelle» (de la piel) de santa Lucía, virgen y mártir

En mi pequeña investigación, supe que aunque la historicidad de su existencia y de su culto no está muy en duda, tampoco hay documentos que aseguren con absoluta certeza su martirio. Se descubrió, sí, a finales del siglo XIX una inscripción que alude a su culto en Siracusa, lugar de su martirio. Ello arroja mucha luz. En el famoso texto de Daniel Ruiz Bueno, Las Actas de los Mártires, no se habla de ella. La vida de Santa Lucía, situada a comienzos del siglo IV, fue recogida en el compendio de biografías de santos de Santiago de la Vorágine, la Leyenda Dorada, del s. XIII. De acuerdo con esta fuente, en la etimología del nombre de la santa están los rasgos de su carácter. Así Lucía derivaría de luz, y la luz aludiría a su pureza virginal y a la rectitud de su vida. Habría nacido en Siracusa, pero peregrinó hasta Catania para pedirle a santa Águeda que curase a su madre de unas hemorragias. Mientras estaban madre e hija rezando ante el sepulcro de la santa, Lucía se quedó dormida y en ese momento se le apareció Águeda para decirle que ella misma poseía sin saberlo poderes curativos y que su madre quedaría curada por la fe. De vuelta a casa, Lucía pidió a su madre que no la entregase en matrimonio y que repartiese su dote entre los pobres. La madre accedió y ambas empezaron a distribuir su patrimonio entre los más desfavorecidos. Esto llegó a oídos del prometido de Lucía, provocando su cólera, y haciendo que la acusase de profesar la fe cristiana ante el cónsul Pascasio. Lucía fue interrogada por Pascasio y sostuvo con él un duro enfrentamiento. No renunció a su fe cristiana, haciendo además una feroz crítica de las creencias romanas. Este debate nos recuerda enormemente a los mantenidos entre Catalina de Alejandría, otra mártir, y el emperador.

Lucía se vanaglorió de su virginidad ante el cónsul, lo que provocó las burlas de Pascasio y su decisión de torturarla arrastrándola hasta un lupanar para que la violasen. Sin embargo, ella no retrocedió ante las amenazas. Pascasio entregó a Lucía al pueblo para que la causasen todo tipo de torturas. Pero cuando trataron de llevarse a Lucía para atormentarla, ésta quedó inmovilizada, pegada al suelo, gracias a la ayuda divina. Los paganos trataron de arrastrarla con la ayuda de mil hombres, de mil bueyes, vertiendo orín sobre ella, pero cualquier intento fue inútil y Lucía se mantuvo inmóvil. Intentaron quemarla viva, pero el fuego tampoco la consumió (1).

Martirio de Santa Lucía
Vargas de Figueroa, Baltasar
Fecha: 1650-1667

Finalmente atravesaron su garganta con una lanza, aunque aún le dio tiempo a hablar antes de morir, proclamándose patrona de Siracusa. Pascasio fue condenado a muerte por sus fechorías. Lucía continuó inmóvil en el lugar donde fue atormentada, hasta que unos sacerdotes le dieron la última comunión. Entonces expiró, fue enterrada en ese mismo lugar y erigieron una iglesia en su nombre.

El relato de Santiago de la Vorágine termina aquí, sin hacer ninguna mención a la leyenda de los ojos, una de las más populares en la biografía de la santa. Dicha leyenda debió difundirse con posterioridad, en torno al siglo XIV. Al parecer, en el curso de los diversos suplicios, Santa Lucía se habría arrancado los ojos para enviarlos a su pretendiente, quien no dejaba de ponderar lo bellos que eran, pero la Virgen le habría hecho nacer otros ojos aun más bellos. El tema de los ojos sí es claramente legendario.

Atributos y formas de representación

La representación de Santa Lucía como figura aislada se distingue por su atributo más característico: los ojos sobre una bandeja o en una copa (raras veces los lleva en la mano, como si fuesen flores al final de un tallo, o clavados en la punta de un puñal o pincho). Sin embargo, este atributo de los ojos no aparece antes del siglo XIV, así que no lo hallaremos en los ejemplos más antiguos. Otros atributos habituales, que pueden aparecer por separado o agrupados, son: el libro (alusivo a su sabiduría), la palma del martirio (símbolo común a todos los santos mártires), la espada, cuchillo o puñal (alusivo a la lanza que le atravesó la garganta) que puede acompañarse de rayos de luz irradiando de la herida de su cuello, un buey pisoteado bajo sus pies (alusivo a los bueyes que no pudieron arrastrarla hasta el prostíbulo), llamas en los pies (alusivos al martirio en la hoguera) y la lámpara encendida o el cirio en la mano (símbolos parlantes que aluden a la etimología de su nombre). Respecto a su indumentaria y aspecto físico, suele vestir túnica y manto romanos, o un suntuoso vestido que varía en función de la moda imperante. Lleva larga cabellera y corona de flores o de princesa, como otras santas vírgenes. También se representaron en la Edad Media los diferentes episodios de la vida de Lucía, aislados o agrupados a modo de ciclo. Estos episodios son los que recoge Santiago de la Vorágine, siendo uno de los más frecuentes el de los bueyes.

Santa Lucía, Joan Gascó (1505)

Fuentes escritas

La fuente más cercana a la iconografía de Santa Lucía es la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, s. XIII, traducida por José Manuel MACÍAS Manuel (2001, 10ª reimpresión de la 1ª edición de 1982), Alianza, Madrid, vol. I, pp. 43-46.
Sin embargo, Vorágine debió basar su relato en las Actas griegas y latinas (s. V), lo que explicaría que la biografía, culto e iconografía de la santa, se conocieran con anterioridad al siglo XIII.

Fuentes no escritas

En el caso de Santa Lucía debemos considerar la etimología como fuente que influye en la configuración iconográfica. Así pues, según Réau (1955-1959) el episodio de los ojos debió ser generado a partir de la etimología del nombre de la santa, vinculada a la palabra luz. Es decir, los ojos serían en un primer momento un símbolo parlante que haría referencia al nombre de Lucía, y después este símbolo habría generado la leyenda.

Expansión de su culto

El desarrollo de la iconografía de Lucía está unido a la difusión y expansión de su culto. Éste se inicia prácticamente a raíz de su muerte (s. IV), tal como queda recogido en los martirologios. Leonardi (2000) explica detalladamente como es este proceso. La tumba de la santa, situada en la catacumba de Siracusa, sería el punto de partida del culto, ya que aquí se habría hallado el Epígrafe de Euskia, de finales del s. IV o principios del V, que da noticias de la devoción tributada a Lucía como protectora de la vista.

Ad Maiora: Santa Lucia
Epígrafe de Euskia de mármol en griego datado en el siglo IV, que fue descubierto en el 1894 en las catacumbas de Siracusa, que da noticias de la devoción tributada a Lucía

En estos años se difunde el culto a nivel local, es decir en Sicilia. A continuación se produce una fase de difusión extralocal del culto, promovida por la Iglesia de Roma, que afecta fundamentalmente a Italia. De esta expansión dan fe la Passio Latina y el Sacramentario y Antifonario de Gregorio Magno (s. VI). El primer vestigio del culto fuera de Sicilia se encontraría en Rávena, en la iglesia de San Apolinar Nuevo, donde aparece una primera representación de Lucía incluida en el desfile de las vírgenes. En Roma el mayor promotor de su culto fue el papa Gregorio Magno, al que se le debe la inserción del nombre de Lucía y de Águeda en el canon romano de la misa. A finales del siglo VII su culto ya está difundido en el área de influencia de la Iglesia Latina, como demuestra la construcción de una iglesia en Roma dedicada a ella por el papa Honorio (625-638). Para Réau (1955-1959) la difusión occidental del culto a la santa irradia primero desde Siracusa a toda Italia (Nápoles, Roma, Milán, Venecia, etc.) y después al resto de Europa (Francia, Alemania, Países Bajos, Suecia, España). Según Fábrega (1953) en España tendríamos testimonios del culto a Santa Lucía ya en los años de la supresión del rito visigodo o mozárabe a fines del siglo XI, puesto que el Pasionario hispano estaba integrado, por estas fechas, por un total de ciento quince santos, de los cuales ocho serían de origen italiano, situándose entre estos Santa Lucía. Retomando la secuencia marcada por Leonardi (2000), la difusión del culto y del relato hagiográfico en Oriente sería posterior a la Occidental y estaría atestiguada por fuentes litúrgicas, como el martyrion griego, un Himno de Metodio (s. IX) o el Menologio de San Basilio (de fines del s. X). La rápida expansión del culto a Lucía y su extensión tanto por Occidente como por Oriente justifica que tengamos ejemplos de su iconografía desde el siglo VI (procesión de vírgenes en San Apolinar Nuevo) en adelante, en los principales puntos de la geografía medieval, aunque con una mayor presencia en el ámbito de la Iglesia latina.

Santa Lucía guarda similitudes iconográficas con otras santas. Desde el siglo XIV, podría confundirse con Santa Odila, que también lleva ojos, aunque en este caso sobre la placa de encuadernación de un libro.

Asimismo tiene una serie de similitudes con santa Catalina de Alejandría. Entre los atributos comunes a ambas se hallan la espada (Lucía la lleva porque con ésta le atraviesan la garganta y Catalina porque muere decapitada) y el libro (ambas lo llevan por su sabiduría y por su disputa intelectual con las autoridades paganas), además de la palma, que llevan todos los santos mártires y que no es exclusiva de ellas. Por otra parte, su indumentaria es bastante próxima, ya que ambas adoptan ricos trajes y van frecuentemente coronadas.

La conservación de su cuerpo

Para mi sorpresa, me enteré que el cuerpo de Lucía se venera, casi entero, en Venecia. Según las fuentes en las que se puede consultar y las diferentes Passio, Lucía fue martirizada el 13 de diciembre del 304 y fue sepultada en el mismo lugar donde, en el año 313, fue construido un santuario dedicado a ella.

El cuerpo de la santa. A mediados del siglo pasado, el entonces patriarca de Venecia Angelo Roncalli (futuro Juan XXIII) ordenó ponerle una máscara de plata

En el 1039, el General Bizantino Jorge Mariace transfiere el cuerpo de Santa Lucía de Siracusa a Constantinopla, para alejarla del período de invasión de la ciudad de Siracusa por parte de los Sarracenos.
En el 1204, durante la cuarta cruzada, el duque de Venecia Enrique Dandolo, encuentra en Constantinopla los restos de la Santa, los lleva a Venecia al monasterio de San Jorge, y en el 1280, los hace transferir a la Iglesia dedicada a ella en Venecia. Cerca de 1864, es necesario derrumbar el templo y el cuerpo de la santa mártir es llevado a la iglesia de san Jeremías, donde se conserva hoy y puede visitarse. El hecho de que haya un cuerpo momificado que se cree es el de santa Lucía, cooperó a desvanecer un poco mis dudas sobre la autenticidad de la reliquia heredada.

Si vas a Venecia, tienes que visitar los restos de Santa Lucía | El pan de  los pobres
El sepulcro de santa Lucía en la iglesia de san Jeremías, en Venecia

¿Por qué los ojos y su patronazgo sobre los problemas de visión?

la vinculación de Lucía a la luz podría haber facilitado que su culto se asimilase a otros pre-cristianos. Así, en el Norte de Europa su fiesta se habría hecho coincidir con el solsticio de verano, ya que se asimilaba la figura de Lucía con el fin de la oscuridad y el retorno a la claridad (2) . La representación de la santa como figura aislada y de los diferentes episodios de su vida se abre paso desde fechas tempranas, sin que haya grandes transformaciones en la Edad Media. La más importante será la que se produzca en el siglo XIV, cuando empiece a incorporarse el detalle de los ojos en una bandeja o una copa, alusivo a la leyenda según la cual Lucía se habría arrancado sus propios ojos para enviárselos a su prometido. Éste será el símbolo parlante que mayor proyección tenga en la Edad Moderna.

NOTAS

(1) Según HALL, J. (1987): Diccionario de temas y símbolos artísticos. Madrid, Alianza, Santa Lucía sobrevivió a las torturas habituales en los relatos legendarios de los primitivos mártires: fuego, plomo derretido en los oídos, dientes arrancados, pechos cortados, aceite, brea y orina ardiendo.

(2) RÉAU, Louis (1996-2002): Iconografía del arte cristiano. El Serbal, Barcelona, Tomo 2 – Volumen 4, p. 269

BIBLIOGRAFÍA

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DE LA VORÁGINE, Santiago (ca. 1230-1298): La leyenda dorada [Traducción de MACÍAS, José Manuel (2001): Santiago de la Vorágine. La leyenda dorada. Alianza, Madrid, vol. I-II, 10ª reimpresión de la 1ª edición de 1982]

DELEHAYE, H. (1933): Les origines du culte des martyrs. Bruselas, Société des Bollendistes. DUCHET-SUCHAUX, G. y PASTOUREAU, M. (1996): La Biblia y los Santos. Guía iconográfica. Madrid, Alianza.

FÁBREGA GRAU, A. (1953): Pasionario hispánico. Siglos VII – XI. Tomo I. Barcelona, CSIC. GIORGI, R. (2002): Santos. Barcelona, Electa. HALL, J. (1987): Diccionario de temas y símbolos artísticos. Madrid, Alianza.

LEONARDI, C. (2000): Diccionario de los santos. 2 vols. Madrid, San Pablo.

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RÉAU, Louis (1996-2002): Iconografía del arte cristiano. El Serbal, Barcelona, Tomo 2 – Volumen 4, pp. 267-271 [Traducción de RÉAU, Louis (1955-1959): Iconographie de l’art chrétien. 3 vols. Presses Universitaires de France, Paris] ROIG, J.F. (1950): Iconografía de los Santos. Barcelona, Omega.

ROMAN, M.T. (1999): Diccionario de los santos. Madrid, Alderabán. SILVA MAROTO, M.P. (1990): Pintura hispanoflamenca castellana: Burgos y Palencia. Valladolid, Junta de Castilla y León.

Las rogativas en tiempo de peste

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La Organización Mundial de la Salud y las autoridades civiles y de salud de diversos países del mundo, han dado sus explicaciones y socializado sus recomendaciones y medidas frente a la pandemia que ya se cierne con fuerza sobre la tierra.  Mientras tanto, a la Iglesia le corresponde no solo invitar a sumarse a la prevención del contagio del COVID-19, sino hacer uso de su poder mediador evidente en el ministerio de sus sacerdotes para rogar a Dios la protección para su pueblo. 

Una antigua costumbre, justamente para tiempos de pandemias y pestes, son las rogativas. Eran más comunes antes, pero aún siguen vigentes y están reglamentadas.  Las rogativas eran la práctica habitual de la Iglesia para pedir a Dios protección contra los fenómenos naturales, las pestes, las enfermedades y las epidemias. 

Historia de las rogativas 

El Directorio de piedad popular incluye las Rogativas dentro de las procesiones y las define como “una súplica pública de la bendición de Dios sobre los campos y sobre el trabajo del hombre, y tienen también un carácter penitencial” (núm. 245).  Históricamente se atribuye la institución de las rogativas a San Mamerto, obispo de Vienne, quien hacia 474 exhortó a los fieles del Valle del Ródano y del Delfinado a hacer oraciones, procesiones y obras de penitencia durante tres días a fin de aplacar la justicia divina y obtener la cesación de los terremotos, incendios y devastaciones de bestias feroces que afligían la zona. El resultado de estas oraciones hizo se continuasen como una manera de preservar al pueblo contra semejantes calamidades. En 816 el papa León III adoptó también las Rogativas en Roma, haciéndolas pronto extensivas a toda la Iglesia universal. La legislación civil dio respaldo a esta costumbre. Carlomagno y Carlos el Calvo prohibieron al pueblo trabajaren tales días y sus leyes fueron observadas durante largo tiempo. 

¿En qué consisten? 

Las rogativas propiamente tales están compuestas por las Letanías de los Santos, los Salmos y las oraciones que se cantan durante una procesión. Ellas tienen por fin alejar del pueblo los azotes de la Divina Justicia y atraer las bendiciones de su misericordia sobre los sembrados, los campos o las ciudades.  En los lugares donde se venere alguno de los santos llamados los catorce santos auxiliadores, su imagen puede sacarse en procesión. Suele usarse el color morado en señal de penitencia, pues las rogativas tienen carácter penitencial.

Una segunda forma es la misa de rogativas.  Antes de la reforma conciliar, las rogativas estaban fijadas con fecha propia, para los tres días precedentes a la Ascensión del Señor. Tras la reforma del calendario litúrgico, las rogativas fueron conservadas, pero con indicación de que ellas pueden ser celebradas en cualquier tiempo, correspondiéndole a las respectivas conferencias episcopales fijar su disciplina (Ceremonial de los obispos, núm. 382, y Directorio de piedad popular, núm. 245). El Ceremonial de los obispos exhorta a los ordinarios a procurar la celebración de las rogativas junto al pueblo que les sido confiado (núm. 383), y señala que para la Misa de cada uno de esos días se escogerá de entre las Misas para diversas necesidades aquella que sea más apropiada a la intención por la cual se hacen las súplicas (núm. 384). 

Así, las actuales directrices litúrgicas permiten celebrar en las rogativas la misa “más apropiada a la intención por la cual se hacen las súplicas”,  y en las versiones más modernas del misal aparecen los formularios en las misas por diversas circunstancias, aplicándose las que se llaman «en cualquier necesidad». 

Triduo en honor a San José

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San José, el glorioso patriarca, es el santo de mayor gloria en el cielo después de la Santísima Virgen María. Él, perfecto cumplidor de la Ley Divina, silencioso y prudente, obedeció sin miramientos a Dios en el encargo honroso y grave de ser el padre legal de su hijo en la tierra.  Encomendarse a él, como lo aconsejaba su gran devota Santa Teresa, es confiarse en no quedar nunca defraudados. 

TRIDUO A SAN JOSÉ

Oración para todos los días

Oh José, a ti acudimos dando gracias, pidiéndote tu favor y presentándote nuestras necesidades.  Queremos alcanzar de tu bondad un intenso amor a Jesús, que nos ayude a vivir con radicalidad nuestra vida cristiana. 

Tú conoces por experiencia dolorosa lo que es pasar apuros, sinsabores, penas y dificultades. Ayudaste a Jesús y a María con todo el amor de tu corazón y con toda la eficacia de tus fuerzas. Ellos te concederán ahora cuanto les pidas en nuestro favor. 

Día 1 

Tenemos necesidad, Padre y Señor san José de un gran espíritu de fe. Tú que fuiste modelo de esta virtud fundamental, enséñanos a descubrir la voluntad de Dios en todas las cosas, en las personas y los acontecimientos. Nada puede pasarnos sin la intervención de la Providencia Divina. Consíguenos, san José, un profundo espíritu de fe, como el que tú tuviste, para cada instante de nuestra vida, sobre todo, en los momentos más oscuros, y qué más nos aceche la tentación de dudar de la omnipotencia de Dios. 

Se hace una petición personal y se reza la oración final para todos los días 

Día 2

Amado san José: la vida es breve, pero en ocasiones se nos torna difícil, monótona, pesada. La esperanza, don del Espíritu Santo, nos da alas para remontar el vuelo, con gozo y paz, hasta llegar al corazón del mismo Dios.  Sabemos por la esperanza que llegará el día en que las espinas se volverán flores, las lágrimas sonrisas, y las penas en alegría eterna. 

San José: ayúdanos a vivir intensamente la virtud de la esperanza como un medio para confiar y amar aún en medio de la incertidumbre, como lo hiciste tú. 

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Día 3

La caridad es la virtud reina y propia de los cristianos.  En el ocaso de nuestra vida, como bien lo dijo Juan de la Cruz, seremos juzgados en el amor, según la caridad que hayamos o no tenido con nuestros hermanos expresada en actos concretos de amor y misericordia y perdón con cada persona que se cruza en nuestra existencia. 

Amar siempre y a todos no es cosa fácil, por eso acudimos a ti, José de corazón generoso y universal, en demanda de tu auxilio e intercesión. Con tu protección y ejemplo, queremos pasar la vida haciendo el bien, como el Señor; sembrando amor, cercanía y comprensión, para poder oír de labios de Jesús «cada vez que lo hiciste con uno de mis pequeños hermanos, conmigo lo hiciste». 

Tú, José amoroso, ruega por nosotros con solicitud de padre. 

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Oración final 

Protector nuestro San José: no queremos exponerte solo nuestras necesidades sin alabarte y darte gracias por tu poderosa protección a la Iglesia y a los cristianos.  Y, como sabemos de tu eficaz intercesión en el cielo ante Aquel que en su vida terrena te estuvo sujeto en obediencia, acudimos a ti para suplicarte por tantas necesidades como existen en todas partes.  Echa una mirada, bondadoso padre, sobre tanto dolor que hay en el mundo, sobre tantos enfermos, moribundos, tristes, y sin esperanza. Tú que protegiste siempre a la familia de Nazaret, protege hoy a la familia humana en sus luchas y dificultades, e intercede para que se respete la familia y el valor inviolable de la vida siempre y en todo lugar. 

Acudimos a ti, castísimo José, confiados en tu mediación poderosa y alentados por tu ejemplo de silencio, pureza, obediencia y humildad.  ¡José casto y obediente, ruega por nosotros! Amén. 

Los Papas hablan de san José

Resultado de imagen de saint joseph protector of the churchEl 8 de diciembre de 1870 el papa Pío IX proclamó solemnemente a san José patrono de la Iglesia universal, estableciendo su fiesta el 19 de marzo. 

A lo largo de todo el siglo XX, ya desde finales del XIX y en lo que va del siglo actual, los Sumos Pontífices han manifestado una y otra vez en sus palabras y enseñanzas el honor tan grande que tiene el santo Patriarca.  No podemos olvidar que en el magisterio reciente, san Juan Pablo II le dedicó una encíclica: Redemptor Custos. 

Algunas frases y expresiones de los últimos Pontífices que nos dejan clara la estima y el afecto tan grande que le han tenido: 

León XIII:

San José es el esposo de María y padre legal de Jesús. De ahí le vienen toda su dignidad, gracia, santidad y gloria. En estos últimos tiempos, vemos con alegría, cómo crece por todas partes el culto a San José. Él tiene confiada a su cuidado la Iglesia de Jesucristo, por consiguiente, sabemos que la protege y defiende. 

San Juan XXIII: 

José fue el artesano silencioso y trabajador y así como permaneció oculto en Nazaret, ha continuado durante muchos siglos en lo referente al culto. Estaba reservado a la época moderna el florecimiento del culto a tan gran santo. Le nombro Protector del Concilio Vaticano II. 

San Pablo VI: 

San José dio a Jesús el estado civil, la condición social, la experiencia profesional y la educación humana. Suya fue la obligación de educar al Mesías con el trabajo y en la experiencia de la vida. Con su vida silenciosa de artesano, con su trabajo, gana el pan y se santifica al lado de Jesús y de María. 

San Juan Pablo II: 

Se necesitan almas profundas, como Santa Teresa de Jesús, y los ojos penetrantes de la contemplación, para que puedan ser revelados los espléndidos rasgos de la personalidad de José de Nazaret. 

Benedicto XVI: 

Abandonada la idea de repudiar en secreto a María, José la toma consigo porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios. Veneramos entonces al padre legal de Jesús, porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con confianza y coraje al futuro, no sigue el propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que anuncian las profecías y abre el tiempo de salvación. 

Francisco: 

Yo también quisiera decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a San José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de San José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de San José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema

La velada metafísica de San Fernando González

VeladaMetafísica

Puesta en escena de «Velada metafísica», del teatro Matacandelas, en el nuevo teatro del parque cultural y ambiental Otraparte

Ayer presencié, por primera vez en mi vida, la obra Velada metafísica, del Matacandelas. Llevaron a Fernando a su casa, con motivo de la entrega del Parque Cultural y Ambiental Otraparte, a la comunidad. Se trata de una magna obra estructural que tiene un teatro, una terraza, salones y espacios para el disfrute de actividades culturales, muy ligado a los deseos del propio Fernando de que su casa fuera centro de encuentro, descanso, arrobamiento, lectura.
Velada metafísica es biográfica del Brujo de Otraparte. Está basada en sus textos, en sus vivencias, en su auto percepción, en él mismo. Fue espléndida, visualmente completa, artísticamente impecable, con un acople perfecto entre el tiempo y el espacio, con un encuadre justo entre el contenido y la forma.
Y la belleza de las voces, su naturalidad y la verdad con que entregan los textos, sabiamente seleccionados, pero sobre todo encarnados, en un movimiento orgánico, vivo como los truenos, reales como el pensamiento y el rayo.
Es una obra sinfónica, polifónica, es la madurez del Matacandelas y ese montaje le hace dar un salto al teatro colombiano, todo lo que han estudiado madura aquí, cuaja, se da a ver en su impecable construcción. ¡Qué retrato de Colombia!: desgarrador y cierto, sin concesiones, estamos ahí en lo que somos, qué maestría la de Fernando González para saberse, leernos, descifrarnos, viviseccionarnos.
Siento que Velada metafísica es puro pensamiento en acción, argumentos desnudos, los de Fernando González, que pueden ser de cualquiera por universales, tocan el corazón del hombre, la verdad de ser hombres, su exigencia, su paradoja, el riesgo de vivir al desnudo, sin mentirse, despojado de todo.
A Fernando González no se lo puede enseñar académicamente, quizás a ningún filósofo, y a él menos pero sí así, sin trasladarlo o adaptarlo, dándolo a ver en esa luz verdadera, en esas voces auténticas, en ese ritmo que va volviéndose frenético, angustioso, agónico.
¡Qué textos! parecía agua corriendo, esas cartas y esos pedazos de cuadernos, es así como hay que escribir, mantener un cuaderno abierto, en medio del paisaje, la vida, los hombres, los avatares de la existencia diaria y escribir todo ahí con esa prosa limpia, agresiva, punzante.
Se mostró Fernando, lo que siempre quiso, en sus escritos. Y Matacandelas lo trae a la vida cada vez que abre los telones para canonizarlo con su obra Velada metafísica. Fernando, el agónico, el prístino, el sencillo, el creyente, el cónsul, el santo.
Fernando, un alma agonizante, en trance, en arrobo místico, aún así, no es un alma que se vuelve piadosa, es el sarcasmo que habla con Dios, la imprecación de la locura, la lucidez de una razón que se rebasa. Y la intimidad, esos momentos en que se queda solo, en que habla en voz alta pero para sí mismo y dice todo y nada queda fuera.
Me conmovió el testamento: ¡qué desprendimiento, qué violencia, qué libertad! y al mismo tiempo: déjenme tranquilo, soy libre, sé que me quieren seguir hasta la muerte y decirla y vestirla y no me dejo y me suelto y me sublevo.  No me digan maestro, ¡cuál maestro, caterva de hideputas!
Qué bueno tener un escritor así. Si hoy viviera Fernando, volvería a ver a Colombia en Sofía, la vieja con ocho hijos, embarazada de otro, y dejada del marido.  Vería en Colombia a ese país de pajes, taifa de cacorros, que vio en su momento. Un escritor que superó la barrera de la historia, aplastó los prejuicios de los clérici que lo persiguieron, desenredó todo su ser después de muerto.  De nada valió la severa condena y prohibición del Arzobispo a los libros de Fernando, porque Fernando sigue vivo en ellos. «¡No me borres, Señor, del libro de la vida!» fue su súplica, y el Señor no lo borró del libro de la vida.
Metafísica es viaje y el único viaje que se permite es a pie. Todos tenemos que hacer ese viaje a pie, finalmente hacia la eternidad beatísima, en la que ya está Fernando, reinando con el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo, encumbrado sobre el empíreo para siempre (con el título que le diera su sobrino y gran amigo mío, el padre Daniel Restrepo González) como San Fernando González, Doctor de la Iglesia.

Cinco consejos de H.P. Lovecraft si quiere escribir una historia de terror

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H. P. Lovecraft pasó más tiempo escribiendo cartas y notas que maquinando sus propias novelas. Su obra está llena de referencias al arte de narrar y la naturaleza del horror, siendo tan puntilloso como todo aquel que se haya acercado alguna vez a su figura puede suponer. Así pues, no es de extrañar que encontremos algunos consejos básicos sobre cómo escribir una historia, y aunque han sido analizados por autores de terror y fantástico, lo cierto es que cualquiera puede aprovecharlos.

1. Prepara una sinopsis o escaleta en el orden lineal de su aparición, no en el orden en el que serán narrados.

Aquí Lovecraft aboga por tener muy claro el principio y el final de la historia y lo que vamos a mostrar. La magia de la narración es saber qué enseñar y qué ocultar a medida que escribimos. Está claro que era un escritor de mapa y no de brújula.

2. Prepara una segunda sinopsis o escaleta, esta vez en el orden narrativo, con todo el detalle y profundidad que puedas, con notas sobre cambios de perspectiva, puntos de inflexión y clímax.

Este consejo se explica solo, la verdad. Llegados a este punto tenemos la mitad del trabajo hecho. También hay que decir que Lovecraft era un amante de las historias cortas, quizá más fáciles de preparar así que una novela.

3. Escribe la historia, con rapidez, de manera fluida, sin ser demasiado crítico, siguiendo la segunda sinopsis. Cambia sucesos o incidentes allá donde el proceso narrativo te lo pida y no te sientas atado por ningún diseño previo.

Esto es interesante. Pese pensar que hay que tenerlo todo bien atado y preparado, a veces las historias parecen cobrar vida propia cuando las escribes. No hay que resistirse a este impulso, aunque cambie lo que teníamos planeado.

4. Revisa todo el texto, prestando atención al vocabulario, la sintaxis, el ritmo de la prosa, la proporción de las partes, el tono empleado y la efectividad de las transiciones.

Este es un apartado que muchos autores actuales deciden saltarse por ser la parte más aburrida de la escritura. A nadie le apetece pasarse horas revisando detalles, pero al final se nota mucho más de lo que parece.

5. Prepara una copia final bien aseada, sin dudar en el caso de que haya que añadir toques finales cuando todo parecía en orden.

Esa última lectura es muy importante. Desde que tenemos ordenadores, el hecho de “pasar a limpio” se ha perdido, pero suponía volver a leer el texto con absoluto detalle. Momento ideal para aplicar los últimos retoques.

Lovecraft era un perfeccionista, así que es fácil imaginarlo trabajando durante horas para dejar bien una sola frase. Quizá hoy en día esa pasión por el detalle se esté perdiendo, pero lo cierto es que todo escritor necesita una dosis de obsesión por la perfección para terminar un texto y sentirse orgulloso del trabajo realizado.

La tradición de coronar a María en mayo

coronadefloresLa hermosa costumbre de dedicar el mes de mayo a la Virgen Santísima vino a Latinoamérica con los misioneros españoles y portugueses. Basado en el hecho de que mayo, mes primaveral en Europa, es el llamado “mes de las flores”. A pesar de que el simbolismo no correspondía a los climas locales –en América del Sur mayo es un mes otoñal, y en el Caribe y Centroamérica todos los meses son “meses de flores”– el pueblo estaba tan enamorado de María que adoptó la devoción con entusiasmo.

Una de los festejos primaverales de Europa era elegir de entre las jóvenes de la aldea o pueblo una “Reina de Mayo,” a la que coronaban de flores para que presidiera las fiestas con que el pueblo celebraba el regreso del buen tiempo. Y al convertirse mayo en el Mes de María, pronto surgió la idea de elegir a la Virgen Santísima como Reina de Mayo, y que se escogiera una joven del pueblo para coronar la imagen de la Virgen. La costumbre fue transplantada a Hispanoamérica, y recibida con entusiasmo en pueblos y ciudades, parroquias y escuelas.

María se convirtió en reina de los pueblos latinoamericanos porque cada uno puede contar cómo ella ha estado presente entre los pueblos con sus milagros y presencia verificada en los santuarios marianos que adornan el continente y donde se pueden encontrar fieles de todas las clases sociales y edades en cualquier día del año.

La devoción de la coronación de la Virgen María durante el mes de mayo tiene muchas variantes. En algunos ocurre el último día de mayo, y para la coronación se escoge a una joven que ha dado muestra de bondad y virtudes durante el año; en otros se escoge de entre las quinceañeras de ese mes; y en otros hay algo especial con presentaciones florales, poesías y canciones cada sábado de mayo. En escuelas católicas, cada día de mayo empieza el día con una dedicación a María y se escoge un grado específico para que presente “una flor” simbólica a María en forma de una obra virtuosa. En otras hay certámenes de canciones, poesías o arte dedicado a María en el que participan todas las edades. El día de la coronación, que suele ser el 31 de mayo, esas muestras de afecto mariano concluyen poniendo sobre la cabeza de la imagen de la Santísima Virgen una corona tejida de flores.

La danza de la impunidad

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La así llamada Jurisdicción Especial para la Paz, vuelve a estar en la palestra nacional  por cuenta de las objeciones que el Presidente de la República encontró en seis de sus 159 puntos.  Dentro de las funciones naturales que tiene el Presidente, además de ser su obligación dado el cargo que ostenta, está el velar por la marcha de la República según sus valores constitucionales; para eso fue elegido en elecciones libres, democráticas y justas, aunque ello duela a algunos sectores.  En esa tarea que la mayoría de colombianos le confiamos, está justamente vigilar que la búsqueda incansable de la paz se desprenda de los visos de impunidad que todavía contaminan la ley estatutaria tal como está planteada.

El presidente halló objetables los puntos porque son inconvenientes para la confección de una auténtica paz, libre de impunidad y de injusticia, así como de la consecuente necesidad de reparación real de las víctimas de los actos criminales y terroristas para quienes se creó, en contra de la voluntad del soberano, este tribunal especial.  Muy a pesar de la voluntad del pueblo, afirmo, porque cabe recordar que, por jugadas y maniobras habilidosas, el anterior gobierno decidió desconocer el resultado del plebiscito, en el que la voluntad del pueblo colombiano fue claramente expresada. Pero así son las cosas.

Hoy, gran parte de los colombianos no creemos en la JEP, porque la corrupción y la politiquería motivaron el diseño de esa estrategia para que se ajustara a la medida de las exigencias de los terroristas. Desde el inicio existe un desequilibrio, toda vez que los jueces nombrados son, en su mayoría, afectos a las fuerzas de izquierda, ello no es malo per sé, pero lleva necesariamente a cuestionar su imparcialidad toda vez que el movimiento izquierdista es, justamente, la oposición al gobierno del momento.

La JEP, tal como fue pensada, estaba destinada a ser una especie de Supra-Corte Política, una gran cabeza de Medusa, que desplazaba por vía de una y otra de sus serpientes, a las legítimas Cortes, bien nacidas al calor de nuestra democracia y de hecho, no exentas tampoco de cometer errores, pero las que se acercan más a nuestro ideal de justicia.

En su alocución presidencial, Iván Duque, con toda objetividad y entereza, expuso al país sus objeciones a puntos concretos que son del todo perjudiciales en el camino de la construcción de la paz auténtica: el terrible reclutamiento de menores y su esclavización sexual; la nebulosa de la verdadera reparación, que no está clara; el aporte de los nombres de quienes son verdaderos terroristas, la aplicación de la justicia por parte del Estado como su garante y su responsable,el tema de la extradición, que es tal vez uno de los que más evidencia (aunque muchos no lo quieran ver) la mayordomía que las Farc tienen sobre la tal Jurisdicción Especial para la Paz.  Es que, amarrarle las manos al Estado en materia de aplicación de justicia (aunque la justicia ordinaria tenga sus fallos y cojee), no puede ser visto nunca como algo plausible por un ciudadano común al que le duela su país.

Finalmente, estamos ante la urgente necesidad de resultados contundentes, de quitar ya el velo oscuro que oculta los reales intereses de la JEP, y no la dilatación del tiempo y los temas en discusiones bizantinas y conciliábulos teóricos. Esos son medios que solo sirven para que los criminales que pensaron, diseñaron, y enarbolaron los peores crímenes que ha padecido la historia de Colombia, sigan, bajo el velo de la JEP, bailando su danza de la impunidad.