Qué le veo yo

Imagen relacionada

Colombia es, según nuestra Constitución, un Estado social de derecho, organizado en forma de república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.

Según la premisa, los ciudadanos que formamos el Estado participamos en nuestra estructura de gobierno mediante la elección, libre y voluntaria, a través del voto popular, de nuestros gobernantes.

En el escenario del panorama actual del país, ad portas de la elección del 47º presidente de Colombia, expongo las razones por las que emitiré mi voto por el candidato «de la Derecha», senador del Partido Centro Democrático, Iván Duque Márquez.

Es de obligada consideración el contexto. Duque, actualmente, representa no solo de algún modo a la concepción de la derecha en Colombia, sino también al más fuerte frente de oposición del gobierno actual. De otro lado, es innegable su cercanía con su mentor, el senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez, y tal vez aquí esté el quid de la polarización que tensa el ambiente entre los colombianos por estos días; pues hay que ser francos en decir que muchísimas personas -con seguridad no todas- no votarán por el otro candidato, Gustavo Petro, sino en contra de lo que Duque les representa, y eso ya es lamentable.

En medio de todo lo que se puede decir, porque han corrido ríos de tinta con opiniones, noticias, informes, inventos, consideraciones, cábalas, predicciones, maldiciones, buenas intenciones; es menester tener una claridad: yo voto a conciencia, hallando en las propuestas de mi candidato una correspondencia con mi lectura de la realidad, mi visión de país, y mis principios personales y morales. Considero, a todas luces, que las propuestas e ideas que en los diversos ámbitos propone Iván Duque, se ajustan a lo que yo como miembro de la sociedad colombiana quisiera y anhelara para el futuro del país. De ahí que, haciendo un repaso de lo que me he tomado el tiempo de leer, estudiar, analizar y comparar, puedo decir qué es lo que yo le veo al candidato del uribismo que, dicho sea de paso, no es Uribe, como tal vez muchos llegarían a pensar. Repito que lamento profundamente que por odio al expresidente, muchas personas voten por el otro candidato, tal vez sin tener conciencia de qué es lo que hacen. Pienso, al respecto, que el huésped de la Casa de Nariño no será de nuevo Álvaro Uribe Vélez, sino Iván Duque, y que por más que se esfuercen en bramar los que así lo pregonan, no son más que hipótesis rancias y muy poco probables las que afirman que seguirá siendo Uribe el que gobierne.

¿Qué le veo yo a Duque?

El «Don nadie»

Me viene a la mente una expresión que alguien me dijo sobre el candidato: «Es un Don nadie». ¿Qué es ser un Don nadie?, me he preguntado. Cuestionan y juzgan su experiencia en cargos públicos, cuando en otros momentos se quejan de «los mismos de siempre». Como yo mismo he criticado que elegimos eternamente a los mismos, pues me impulsó la idea justamente de que no ha ocupado un relevante cargo público, para mirarlo a él. Precisamente su juventud y su «inexperiencia», lejos de ser motivo de recelo, son para mí (y según las críticas generales deberían serlo para todo el mundo) motivos de confianza; pues para ejercer un cargo nuevo, no es norma ni ley que se haya estado en afines, sino que se tenga la cualificación y los méritos necesarios. Vuelvo y me pregunto: ¿No que no queríamos más de lo mismo?

Recuerdo también que en su momento, John F. Kennedy era un «Don nadie», y ha sido uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos; y en el ámbito de la religión, cuando el Colegio de Cardenales eligió a Karol Wotjyla, muchos cardenales ni siquiera entendieron el nombre; nadie lo conocía. Y ya ven quién fue durante tres décadas el gran Juan Pablo II que guió a la Iglesia.

Su fórmula vicepresidencial, Marta Lucía: un lujo

Al argumento -de todos modos flojo- de su inexperiencia y de su ausencia en los escenarios coyunturales de la vida nacional, le sale al paso Marta Lucía Ramírez; mujer íntegra, conocedora como la que más de la realidad nacional. Podría decirse que lo que le falta a Duque en ese campo, si es que le falta, lo tiene quien será su mano derecha en el gobierno de la Nación.

Marta Lucía representa, con sus cualidades evidentes, y sus claras capacidades, a la mujer colombiana que encierra en sí misma los ideales de integridad. Ella tiene el reconocimiento nacional, y la estatura moral para llegar a ejercer cargos públicos que de hecho ya ha ejercido. Llegó a ser la primera mujer Ministro de Defensa, que no es cualquier cargo, porque supone un conocimiento de la realidad nacional realmente de filigrana, y además la ecuanimidad y convicciones suficientes sobre lo que es verdaderamente el estado de paz de una nación. Fue Ministra de Comercio Exterior, Senadora de la República, y ha seguido de cerca la vida nacional en los círculos más altos, importantes e íntimos de la autoridad. Goza de una hoja de vida limpia, y del respeto y cariño no solo de las Fuerzas Militares, sino de muchos colombianos que ocupan cargos públicos, de poder y autoridad, y del pueblo en general. Mujer de familia, de maneras mesuradas y delicadas, pero de carácter firme y recio, ha demostrado que sus capacidades están a la altura de las necesidades y del momento actual del país.

Sus propuestas

En mucho, Iván Duque ha afirmado trabajar y mantener lo que de bueno ya hay en la política estatal o en las prácticas gubernamentales. Por eso creo que si algo debo resaltar es lo que a mí me ha llamado la atención; claro, por eso es que voy a votar por él.

  • En el campo educativo:

No es secreto para nadie que la educación es un tema más que pendiente en Colombia. Yo mismo soy educador, y conozco bien de las necesidades y realidades, todavía cojas, en mi campo de acción como ciudadano colombiano. Duque propone tener presente el tema nutricional de los escolares, como garantía de estar bien y dispuestos para los procesos de aprendizaje en la escuela.

La jornada única es tal vez la propuesta que más me llama la atención. Ello requiere una reforma en los currículos escolares, lo que será responsabilidad de cada institución; pero el hecho de tener a los estudiantes en las aulas y no en las calles durante más tiempo, puede ser aprovechado para formarlos y acompañarlos más; lo que repercutirá ciertamente no solo en un incremento del nivel educativo nacional, sino en la posibilidad de aminorar la delincuencia y la pérdida de tiempo.

De la mano viene la propuesta de la recuperación de la cátedra de Cívica en los colegios. Para mí, un puntazo. De algún modo retomar la urbanidad, la cátedra de valores, y la historia nacional, es un logro.

La propuesta de una titulación técnica en los últimos años del bachillerato, contribuirá a la formación en competencias afines a la vocación o elección profesional de cada graduando, mientras les dará herramientas para cooperar posteriormente con el desarrollo económico de cada región.

Puede que en la práctica no sea fácil llegar a lograrlo, pero propone que el Icetex condone parcialmente la deuda de aquellos estudiantes que luego de recibir el crédito, obtengan en sus carreras grados Magna Cum Laude o promedio de honores. Así mismo, en la educación superior plantea buscar modos de financiación para tener más y mejores oportunidades para todos, de ahí que quiera fortaleces instituciones que ya son bastiones de preparación técnica y tecnológica: el Sena y sus relaciones con el sector privado para que la formación técnica se pueda realmente alinear con las necesidades de la economía.

  • En el campo cultural:

Duque plantea el fortalecimiento de la cultura, la recreación y el deporte como aliados de la educación formal. Propone crear los centros Sacúdete (salud, cultura, deporte, tecnología y emprendimiento) como punto de encuentro para jóvenes, construcción de ciudadanía y prevención de embarazo adolescente, pandillas y drogadicción. La música, que yo en lo personal amo y considero como un vehículo tremendo de formación, al lado del deporte, tendrá un papel preponderante en la creación de programas musicales y la expansión de los que ya existen, como Batuta, y el fortalecimiento de las escuelas de música y arte que ya hay.

En Colombia, ha sido una falta constante el apoyo a los artistas. Duque ha propuesto crear un sistema funcional de acreditación, que les permita no solo desarrollar sus talentos en materia artística, sino acceder fácilmente al trabajo digno.

La lectura, para mí actividad de capitalísima importancia, está entre las prioriodades del candidato, proponiendo el acceso temprano a ella, mediante la conexión de las bibliotecas con un programa nacional de bibliotecas itinerantes y el uso de kits culturales que jalonen desde los programas de lectura, para que los padres lean con sus hijos desde la primera infancia.

  • En el sector salud

Es, tal vez, de los temas más espinosos actualmente en el país. Iván Duque ha manifestado en reiteradas ocasiones su preocupación por el tema, y propone enfocar los esfuerzos en la renovación del sistema de salud nacional, formalizando, por ejemplo, el trabajo para que las contribuciones al sistema operen con transparencia y logrando que los subsidios y ayudas sean realmente para los más vulnerables. Lograrlo es casi utópico, por eso no puede pensarse solo en el objetivo, sin poner los medios. Por eso piensa que todo el sistema de salud debe estar en línea y ser coordinado y evaluado mediante el uso de Big Data. Así no solo se pueden evitar abusos, sino brindar soluciones en tiempo real.

En el acuoso tema de las EPS, propone evaluarlas y remunerarlas no solo por el número de afiliados, sino la calidad del servicio que presten. Que estas tengan que reducir la deuda de más de 90 días con prestadores del servicio. Más allá de eso, los pagos atrasados no justificados se considerarán en mora y los morosos serán sancionados por la Supersalud. Esto de la mano con la necesidad de desterrar para siempre la politiquería que ha pretendido adueñarse de los hospitales públicos.

  • En el tema de la corrupción:

Si algún tema nos tiene cansados, es la aparentemente interminable corruptela que padece el país en su clase política y sus dirigentes. Aquí no solo valoro las ideas que Iván Duque plantea en su programa de gobierno, sino que resalto que él como persona y como candidato, no tiene ni una sola investigación por corrupción; lo que le da, al menos para mí, una estatura moral digna de envidia de muchos otros de nuestros políticos.

Porque lo respalda su propia conciencia, Duque afirma que Colombia necesita combatir efectivamente este gran mal, y para ello propone desmontar carteles de únicos proponentes. Piensa que se deben limitar los periodos en cargos de elección popular, y que ninguna persona pueda estar por más de tres periodos en concejos, asambleas o el congreso de la república. En su visión y teniendo en cuenta los poderosos medios tecnológicos de hoy, en los que todos tenemos incursión, propone crear y activar mecanismos de denuncia y recavación de pruebas sobre actos de corrupción gracias a la cooperación ciudadana.

Propone castigar a quienes en el mundo de la empresa, las juntas, los funcionarios públicos sobornen o reciban sobornos con la privación de una nueva contratación con el Estado, y de la aspiración a ocupar cargos públicos. Entre sus prioridades en el tema están el fortalecimiento de las herramientas de extinción de dominio, la regulación del cabildeo de grupos de ciudadanos para que se haga con transparencia y dentro de la ley. La elaboración y ejecución de los presupuestos en línea, con herramientas efectivas de seguimiento y control y frenar así el desfalco y el robo de dineros públicos. Nada de elecciones a dedo o por roscas a miembros de corporaciones de elección popular en despachos públicos: se debe seguir el debido procedimiento administrativo y comunicación pública correspondiente.

La lucha contra el despilfarro y el gasto innecesario: Duque ha dicho constantemente que se necesitan límites claros en la discrecionalidad y la mesura en gastos como publicidad, eventos, campañas por parte de autoridades públicas.

  • En materia económica y de desarrollo:

Sin dorar la píldora, hay que reconocer que este tema es su mayor fortaleza. Por eso son muchas sus ideas, que de hecho han sido alabadas y respaldadas por muchas personas, gremios, asociaciones, y gran parte del sector empresarial y económico del país. Tanto, que el Consejo Gremial nacional respalda su candidatura presidencial.

Consideraciones aparentemente tan simples en el tema de infraestructura y vivienda como darle trámite y cierre a las obras planificadas, que para nosotros ha sido un tema doloroso, puesto que la dilación en las obras estructurales siempre ha sido un trampolín de deshonestidades. Velar por tener y mantener altos estándares de responsabilidad ambiental para que el desarrollo minero y energético del país tenga viabilidad, legalidad y no menoscabe el medio ambiente. Otra de sus ideas es simplificar el sistema tributario para empresas y personas naturales, de tal modo que el mundo de los impuestos se ordene a la contribución auténtica al desarrollo en sus diversos frentes. Dentro de la agricultura, la Sociedad de Agricultores de Colombia expresó que Duque es el candidato que más se acopla a las necesidades del sector, proponiendo rentabilidad del campo, seguridad jurídica, bienes públicos, despolitización de entidades públicas, trabajo digno, una política agropecuaria a largo plazo. Son algunos de los puntos que la SAC considera que tiene el programa agropecuario del plan de gobierno de Duque y que ellos ven como necesidades del sector.

Esto es lo que le veo.

Espero haber podido esbozar muy sucintamente las razones que a mí me llevan a pensar en Iván Duque como la mejor opción para la Colombia hodierna. Todo eso, sumándole, claro, desde mi óptica, elementos que todavía le favorecen más: su concepción de la importancia del respeto por la propiedad privada; su visión de la importancia de la religión como elemento fundante de la sociedad, y la conciencia del acato a las leyes supremas vigentes y por ende a la carta de navegación nacional, que es la Constitución.

Quiera Dios que el domingo sepamos que Iván Duque Márquez será quien se ciña la banda tricolor.

Los amores del Corazón de Cristo según Pío XII

PioXIICorazón

El 15 de mayo de 1856 el papa Pío IX extendía al orbe entero el culto al Sagrado Corazón de Jesús, estableciendo como universal la fiesta en su honor.  Cien años después, el 15 de mayo de 1956, el papa Pío XII regalaba al mundo la encíclica  Haurietis Aquas, sobre la devoción al Sagrado Corazón, a propósito de los cien años de que su predecesor Pío IX hubiera universalizado la fiesta en mención. Entre muchas otras, en  la encíclica centenaria, Pío XII nos ofrece varias metáforas para hablar del culto al Sagrado Corazón de Jesús:  Escalera mística por la que ascendemos para «abrazar a Dios nuestro Salvador»; Santuario preciosísimo que contiene los tesoros infinitos de sus méritos. La encíclica misma toma su nombre para otra metáfora más del corazón de Cristo en Isaías 12, 3: «Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la Salvación»

Las tres son imágenes que nos invitan a acercarnos y contemplar el Sagrado Corazón. Al hacerlo, se hace evidente que el Corazón de Cristo nos habla de su triple amor, como lo expresa el siervo de Dios Pío XII. Existe, ante todo, el amor trinitario entre Jesús, el Padre y el Espíritu Santo. Pero luego, también está el amor que Cristo, Dios hecho hombre, tiene para nosotros.

Este amor, a su vez, tiene dos aspectos. Debido a que Cristo es completamente Dios y completamente hombre, su corazón no solo es divino, sino también humano: El Corazón de Jesús es símbolo de su amor sensible, pues el Cuerpo de Jesucristo, plasmado en el seno castísimo de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, supera en perfección, y, por ende, en capacidad perceptiva a todos los demás cuerpos humanos , escribe Pío XII (No. 15) 

Amor trinitario

Todo el ministerio de Jesús puede verse como una expresión del amor trinitario, porque se lleva a cabo en obediencia a Dios Padre. Pero el amor de Cristo por el Padre es particularmente evidente en varios momentos distintos:

Uno es la santa ira con los cambistas del templo. Su Corazón palpitó también de amor hacia su Padre y de santa indignación cuando vio el comercio sacrílego que en el templo se hacía, e increpó a los violadores con estas palabras: «Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración»; mas vosotros hacéis de ella una cueva de ladrones», (No. 18). El Evangelio de Juan habla directamente de la pasión que Jesús tenía por el templo de su Padre cuando se nos dice que los discípulos recordaron este versículo del Antiguo Testamento: El celo por tu casa me devora (Sal. 69, 9). Tal dedicación es evidente también antes, cuando sin el conocimiento de María y José, se queda atrás en el templo, conversando con los maestros. (Cfr. Lc 2, 49)

El comienzo y el clímax de la vida pública de Jesús contienen dos momentos profundos de amor trinitario. Primero, en el capítulo tercero del evangelio de san Mateo, después de que Jesús fue bautizado, somos testigos de un intercambio extraordinario:

Y cuando Jesús fue bautizado, luego salió del agua; y he aquí, se le abrieron los cielos; y vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y que venía sobre él. Y he aquí una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.  (Mt. 3, 17)

Luego, en la cima de Su ministerio, mientras su Sagrado Corazón estaba dando su último golpe en la Cruz, Jesús cede el Espíritu de nuevo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23, 46)

Amor divino por los pecadores

Pío XII asocia específicamente el corazón divino con lo que él describe como tres de los mayores dones de Cristo: la Eucaristía, su Madre y el sacerdocio. De hecho, cada uno de esos tres dones es una forma diferente en la que recibimos el mejor regalo de todos: Cristo mismo.

Como católicos, entendemos cómo la Eucaristía constituye el don de Cristo de sí mismo para nosotros. Pero los otros dos regalos reflejan un espíritu similar de entrega sacrificada.

La existencia del sacerdocio es un ejemplo concreto de cómo Dios, en su plan para restaurar completamente al hombre, quiso que nos volviéramos cooperadores en nuestra propia salvación: no somos meros muñecos de trapo que reciben la gracia de Dios como golpeados por un rayo, como los protestantes reformados nos quieren hacer creer. Más bien, la Escritura y la Tradición enseñan que debemos ser partícipes activos en nuestra salvación, y que trabajamos en ello con «temor y temblor». (Cfr. Flp 2, 12)

En el caso del sacerdocio específicamente, Cristo ha elegido «compartir» una de sus facetas con con nosotros. Esto se extiende no solo al sacerdocio ministerial, sino también al sacerdocio real, ejercido por todos los cristianos desde el bautismo. San Pedro en su primera carta explica: «Sed también vosotros como piedras vivientes edificadas, una casa espiritual, un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo». (1 Pe, 2)

Y, por último, Jesús no ha dudado en compartir su propia madre  con nosotros. Como cristianos, entendemos que a través de Cristo nos convertimos en hijos adoptivos de Dios Padre. Pero el proceso de adopción es total: no solo obtenemos la filiación divina con el Padre, sino que también recibimos a María como nuestra Madre, como lo dejó claro Cristo al discípulo Juan en la Cruz. Así, no hay parte de sí mismo que Jesús no comparta con nosotros. (Cfr. Jn 17) 

Solo un amor divino puede ser tan fuerte cuando está en su máximo punto de ruptura. De hecho, fue en la Cruz que el Sagrado Corazón fue literalmente desgarrado por nosotros, cuando la lanza del soldado traspasó el costado de Cristo. Vertió sangre y agua, símbolos milagrosos del vino eucarístico y las aguas bautismales, y manifiestación prodigiosa del nacimiento de la Iglesia, recordando cómo Dios creó a Eva de la costilla de Adán.

Un amor completamente humano

El amor que brota del Evangelio, de las cartas de los Apóstoles y de las páginas del Apocalipsis, al describir el amor del Corazón mismo de Jesús, comprende no sólo la caridad divina, sino también los sentimientos de un afecto humano, escribe Pío XII (No. 11). Uno de los signos más claros de que Jesús nos amó con un corazón verdaderamente humano son aquellos relatos evangélicos donde aparece Jesús llorando. Cuando se acerca a Jerusalén, Jesús se ve abrumado por la emoción: Y cuando se acercaba, viendo la ciudad, lloró sobre ella. (Lc 19, 41). Y luego está este versículo, que ha sido citado hasta el cansancio por innumerables santos y sabios: Y Jesús lloró. (Esta es la reacción de Jesús al saber que Lázaro murió, Juan 11.) Tal vez la expresión más dramática de las emociones humanas de Jesús es también uno de los  pasajes donde se muestra su sincera obediencia a Dios: la agonía en el huerto de Getsemaní, tal como aparece en el capítulo 22 de san Lucas: Y se apartó de ellos como una piedra; y arrodillándose, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndolo. Y estando en agonía, rezó más. Y su sudor se convirtió en gotas de sangre, que caían sobre la tierra. 

Así no quedan dudas del insondable y total amor de Cristo por su Padre, y por los hombres. Amó con corazón de hombre, sin dejar de ser Dios. Tal vez solo nos es posible imaginar lo que Cristo sintió realmente en lo más profundo de su corazón, mientras estaba en la Cruz: las Escrituras indican que experimentó una tormenta de emociones. Así lo expresa el papa Pío XII:  Finalmente, colgado ya en la cruz el Divino Redentor, es cuando siente cómo su Corazón se trueca en impetuoso torrente, desbordado en los más variados y vehementes sentimientos, esto es, de amor ardentísimo, de angustia, de misericordia, de encendido deseo, de serena tranquilidad, como se nos manifiestan claramente en aquellas palabras tan inolvidables como significativas: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen»; «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»; «En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso» ; «Tengo sed»; «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (No. 19)